Consideramos que los niños son inapreciables tesoros y regalos de Dios. Por ende, estamos convencidos de que deben satisfacerse plena y competentemente sus necesidades físicas, emocionales, sicológicas y espirituales. El cuidado de los pequeños que Dios nos confía es para nosotros una responsabilidad importantísima.
Creemos que todo niño tiene derecho:
A ser amado, valorado y apoyado.
A un trato respetuoso y digno.
A un cuidado responsable y cariñoso.
A recibir instrucción y estímulos emocionales, intelectuales y espirituales.
A ver atendidas sus necesidades físicas, de nutrición, vivienda, atención médica, etc.
A una educación de calidad que le permita desenvolverse bien y valerse por sí mismo.
A que se le impartan sanos valores morales que guíen su comportamiento a lo largo de su vida.
A saber que Dios lo ama y vela por él.
A que se le enseñe a respetar los límites que se le marquen y autodisciplinarse.
A que se lo capacite para desarrollar plenamente su potencial.
A que se lo prepare para las obligaciones y exigencias de la vida adulta.
A desarrollar su personalidad.
A un trato justo e imparcial, sin discriminación.
A vivir en un ambiente seguro y ser protegido de daños y peligros.
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